A veces las cosas dan un giro de ciento ochenta grados y cambian. Quizás lo único que cambia es la perspectiva, pero lo que importa es la persona que te venda los ojos, cambia tu posición, retira la venda y te ofrece una nueva visión del mundo.
El mundo se ve menos malo con la compañía adecuada. O eso parece. No puedo quejarme de esta forma de verlo.
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