No pide deseos a las estrellas fugaces de Agosto porque está endeudada hasta las pestañas, y tiene un cuaderno repleto de tachones que quisieron ser versos.
Es un huracán que destroza ciudades y hace revolotear pajaritas de papel con delicada sutileza. Se olvida de Neruda en primavera y lo devora en Octubre.
Lleva rojos los labios y azul hielo el corazón. No avisa cuando se avecina la tormenta ni cuando naufraga, pero hace sonar sus pasos sin necesidad de tacones. Es el deseo de sobrevivir a mil mareas, el clavo ardiendo que te suelta en plena caída y el suave tacto de un "No tengas miedo" al oído.
Es tequila sin sal, whisky sin hielo y té sin limón. La pistola en la sien que juega a la ruleta rusa con tus ideas. La poesía sin rima ni medida que se adhiere a tu subconsciente.
Ella es de las que te arañan los labios y te besan la espalda. Una causa perdida que se encuentra a sí misma vagando por un cementerio de historias, versos y palabras sueltas en el dorso de una libreta.
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