El ser humano está condenado
a la perpetua búsqueda de su identidad. Es ese constante “¿Quién o qué soy?” lo
que condiciona la mayor parte de nuestras vidas.
Siempre estamos pendientes
de dar con la respuesta apropiada. Pero, en realidad, ¿qué somos sino polvo de
estrellas?
Si nos ponemos en plan
científico, en absoluto nos alejamos de la realidad. Cada uno de los átomos que
nos componen vienen de estrellas que murieron hace miles de millones de años al
estallar y, muchísimo tiempo después, quedar reducidas a menos que polvo.
Por otro lado, siempre queda
muy bien un punto de vista filosófico. Polvo de estrellas, de sueños, de ilusiones,
de metas por alcanzar. Somos una constante prueba de superación… ¿o tal vez no?
¿Pueden ser todos los progresos
tecnológicos, médicos, etc., suficientes para considerar una nimiedad cada una
de las meteduras de pata de los regresivos sistemas políticos y económicos ante
los cuales agachamos las orejas sin más? Efectivamente que nuestra especie ha
conseguido cosas milagrosas, tales como curar a una persona tetrapléjica y
permitirle volver a escribir, pero a su vez, hemos de pensar en el dineral que
costaría aquella intervención quirúrgica. Entonces, volvemos al punto de partida.
¿Nos maneja el dinero, el poder… la avaricia, en general?
La balanza no sabe hacia
dónde inclinarse. ¿Hacemos todo esto por mejorar la calidad de vida de los
habitantes del planeta, o por ganar dinero?
Obviamente no se puede meter
a todo el mundo en el mismo saco y decir “Hale, todos unos egoístas” o “Somos
todos almas caritativas y solidarias”. Evidentemente que hay de todo, desde el
investigador que echa horas y horas en busca de una cura contra el Cáncer, hasta
el concejal que se llena los bolsillos con el dinero de los contribuyentes sin
dar un palo al agua.
Pero el ser humano no es tan
sencillo. La identidad de cada uno no es algo que llevemos a flor de piel, es
algo interior que solo nosotros podemos descifrar.
No vengo dispuesta a
discutir sobre política, ni sobre la moralidad del hombre. Su identidad. Hoy
busco su identidad. Y, generalizando, podría decir que somos buscadores de
sueños, escritores de relatos con un final desconocido, creadores y
destructores de vida, un ser finito. Un ser construido a base de un cuerpo que
se guía por sus instintos y un alma que le guía mediante el razonamiento, que
le hace ser diferente del resto de seres vivos, que le otorga la personalidad,
la racionalidad. La capacidad de dar vida o de quitarla. La capacidad de ser
alguien con férreos valores, o de dejarse influenciar. La capacidad de
acercarnos al bien absoluto, o al más cruel de los males.
Vivimos dentro de una
sociedad y de una cultura que nos llevan a compartir características comunes
que nos pueden hacer muy parecidos, casi idénticos, que nos llevan a ser
prácticamente clones unos de otros y a soñar con no serlo. Para ello, acechamos
nuestras singularidades, lo que nos diferencia del conjunto, aquello que nos
hace especiales, únicos o, al menos, un poco menos iguales.
Mi pregunta no es “¿Quiénes
somos?”. Mi pregunta es “¿Quién soy?”, y dado que cada vez me sorprendo más y
más a mí misma, no creo que jamás llegue a conocerme del todo. Siempre trataré
de mantenerme fiel a mis principios: la sinceridad, la empatía, el respeto, la
solidaridad. Buscaré siempre el aprendizaje, no para seguir los dictados de una
sociedad que nos obliga a vivir sometidos a alguna multinacional para ganarnos
el pan, sino para conocer cada vez más de lo que me rodea, y para tener la
curiosidad suficiente de querer descubrir qué hay más allá de las fronteras que
se nos imponen. La música no será ni mi guía ni parte de mi equipaje, será una
compañera de viaje. El amor… Para saber lo que es el amor, la pregunta es un “¿Quién
llegaré a ser?”. Y llegados a este punto, quién sabe lo que nos deparará el futuro.
Quién sabe lo que sucederá en un par de años, o tal vez en un par de meses, de
semanas, de días o incluso en dos míseras horas.
Fuimos, somos y seremos lo
que tengamos que ser. Todo tiene un motivo, e incluso el más fatal de los
errores, sucede por algo. Cambiar los acontecimientos no es algo que esté en
nuestras manos. Somos seres a merced del caprichoso Hado, y llegaremos al
puerto que él quiera llevarnos.
¿Destino? Bah!
ResponderEliminarHacemos lo que hacemos por algo. Todas nuestras acciones, sean acertadas o no, nos conducen a algo. Destino. :)
EliminarUn placer verle por aquí, Link ;)