Siempre se desvanecen. Nunca es algo repentino, sino gradual.
Poco a poco, las líneas que los definen se van difuminando, se atenúan hasta que desaparecen cuando menos nos lo esperamos.
Entonces, nos quedan sólo dos opciones. La primera, es tomar ese sueño y volver a ponerle líneas, volver a darle una forma, darle fuerza para que siga adelante e intentar que se cumpla. La segunda, es tal vez la más cobarde, pero hay veces que es la mejor.
Dejar que se marchite, como los pétalos de una rosa. Ya sabéis: al principio son rojos, están llenos de color, de vida, de belleza. Poco a poco, pierden su colorido, el color se apaga, se ennegrecen ligeramente, pierden consistencia y se desprenden de la flor uno a uno, hasta que nos quedamos con un tallo, lleno de espinas y hojas, lleno de recuerdos malos y buenos.
Cada vez que te heriste con una de sus espinas, ha sido en vano. Cada gota de sangre, cada punzada de dolor, no han servido de nada. La rosa se ha marchitado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Una crítica constructiva siempre se agradece. Gracias de antemano ^^