domingo, 10 de junio de 2012

Moon


Aquella noche la luna estaba radiante.  Adoraba aquella sonrisa blanca, impoluta y pura rompiendo la monotonía del cielo oscuro. Desde mi ventana apenas podían verse las estrellas, y ella solía convertirse en mi guía nocturna.
A menudo, me invitaba a viajar con ella. En el trayecto, me contaba historias sobre rebeliones, sobre mundos fantásticos, sobre vidas anónimas. Me hablaba de sus sueños, de quién fue, quién es y quién quiere llegar a ser. Dejó de ser una esfera suspendida en el firmamento, para convertirse en una compañera de viaje.
Un día, sin más, dejé de buscar caminos iluminados por las noches. Caminase por donde caminase, ella iba a estar allí para guiarme y para ayudarme a ver los obstáculos.
La luna, con su sonrisa ladeada e irónica, se convirtió en mi hermana.

1 comentario:

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