jueves, 10 de julio de 2014

Recuerdos

- ¿Qué pasa, amore?
- Nada.
Mi sonrisa no parecía tranquilizarle. Él me miraba con el semblante serio, pero con una leve sonrisa en los labios.
La tarde, en verdad, era espléndida: el Sol desparramaba su luz sobre Valladolid y las nubes no se atrevían a cubrir el cielo. Ni frío, ni calor... y, entre sus brazos, todo se veía aún mejor.
Miré al cielo una vez más, intentando ahogar la angustia que se apoderaba de mí por momentos, y evité su mirada. Jack me sostuvo la barbilla con los dedos y me hizo mirarle de frente. Forcé una sonrisa, intentando tranquilizarle, pero era inútil; ambos sabíamos que, en cosa de dos horas, nuestro pequeño mundo se empezaría a desvanecer a medida que el tren se alejara de la estación.



Jamás podría haber imaginado que aquel estado de tambaleante y frágil felicidad sería tan vaporoso. O quizás era consciente y simplemente me negaba a aceptar la realidad. Sea como fuere, a día de hoy aquello es mi mayor acierto y uno de mis peores errores. Y no me arrepiento de nada.


A mi yo de 25 años

Si donde vives no hay mar, estás haciendo algo mal.

martes, 8 de julio de 2014