La memoria de una persona es la
única que puede hundirle en la más absoluta tristeza, o darle alas a su sonrisa.
Ella, y todos los recuerdos que esconde en sus entrañas, todas esas imágenes
que deja aflorar de vez en cuando y que nos arrancan una mueca de dolor, un
suspiro melancólico, una carcajada irónica, hacen que sus ojos brillen de pura
alegría o que se inunden en amargas lágrimas.
De ellos depende el porvenir, pues no son más que hechos pasados que dan lugar a un presente y un futuro.
Los recuerdos nos dan vida y nos hacen crecer, al igual que el fuego alimenta las llamas de una hoguera.
Los recuerdos nos consumen, tal y
como el fuego devora la leña seca de una chimenea en pleno invierno.
Siempre que leo éstas palabras desperdigadas en tu blog, suelo escuchar cortas melodías, algunas de las que tengo en mi blog y otras de las que tiene el tuyo, y suele ocurrir que con cada canción al leer estos párrafos hacen que los sienta más profundos, que explore más allá de su significado, es decir, en su propósito, sea intencional o imprevisto.
ResponderEliminarNo puedo negar que siento un extraño cosquilleo cuando reflexiono sobre tus palabras, sobre todo a la hora de escribir un comentario, puesto que hago el esfuerzo de no parecer cursi con lo que digo, simplemente... es lo sensible, mujer, lo sensible que uno se siente cuando lee algo bello.
Me encantan tus pensamientos, y sobre un post anterior, el de "una parte de mí", es muy válido lo que planteas, puede que suene tonto, pero hasta yo me esfuerzo por dejar aunque fuera una gris mancha en la vida cuando dibujo o escribo.
Bueno, te deseo lo mejor, y por cierto, ¿esa mirada es tuya?
Hasta pronto.
Siempre es un verdadero placer leerte, Daniel. Hacía bastante desde la última vez.
Eliminar¿Cursi? En absoluto. Absoluta y sincera sensibilidad, más bien. Gracias, amigos.
Y sí, la fotografía de "Una parte de mí" es de mis ojos ;)