miércoles, 19 de diciembre de 2012

La nostalgia y sus derivados.

    Se nos acaba el otoño. Los árboles prácticamente han mudado todas sus hojas y no son más que esqueletos de ramas. 
    El frío acecha escondido en alguna parte. No sé dónde, pero tampoco me importa. Tal vez el mundo se nos acabe antes de que empiece a refrescar de verdad. 
    ¿Celebraremos la Navidad, Noche Vieja, la noche de Reyes? Puede que sí, puede que no. No me importa lo más mínimo. Sólo quiero dormir, igual que los osos durante el invierno. Tal vez así deje de echarle tanto de menos.
    El otoño es bohemio. Bohemio y cansino. Me encanta, he de admitirlo, pero es repetitivo. Todos los días se ven igual de grises, igual de nublados. El cielo todos los días amenaza con descargar litros de agua, y a veces cumple la amenaza y otras no. Es como si jugara con nosotros, como si intentara hacerse el gracioso para que no nos aburramos tanto. Para que no nos quedemos  sentados en casa, mirando por la ventana y esperando a que deje de llover. Esperando, y esperando.Sin nada que hacer... Porque mamá no te deja encender el ordenador ni la televisión, por la tormenta. Y ya te has leído todos los libros de tus estanterías, no te gusta dibujar, a tu guitarra le falta una cuerda. Es como si una nube de sopor te cogiera en brazos y te meciera para que te adormilases hasta cerrar los párpados del todo. Pero hay algo, parecido al constante tictac de un reloj, que no te deja caer dormido del todo.

    Joder, es que no sabes lo duro que es esta mierda de esperar un día tras otro, esperando a que vuelvas, o a que me dejes volver. 
    Te echo de menos. Cada día. Cada hora. Recuerdo un montón de anécdotas y me las cuento a mí misma con la esperanza de que vuelvas, de que yo pueda volver. 
    Fui yo la que lo complicó todo. Fui yo. Sólo yo. La culpa es mía. Sólo mía. Y no puedo hacer nada más que esperar. Y esperar. Y esperar. Y esperar. ¿Y cuánto llevamos así? ¿Dos meses?... ¿Sólo uno? Pensaba que había sido más tiempo... Esto es realmente desesperanzador. Quiero dormirme, tengo sueño. Quiero dejar de pensar en todo esto, pero no puedo bajar la guardia. En cuanto lo hago pasa algo.
    Vuelve, por favor. Dejadme volver. Lo necesito. De verdad que sí. Pero soy una cobarde, no tengo las agallas suficientes para entregarte esta carta en mano, o para hacerte más fácil que la leas. Soy rematadamente imbécil. Necesito que vuelvas, que todo esto se acabe y que las cosas vuelvan a ser como antes. Como antes de que yo las complicara. 
Sé que puedo hacerlo, pero necesito que me permitas llevar a cabo mi propósito. Necesito que me lo permitáis.
No podemos cambiar el pasado, pero podemos soltarlo para agarrarnos al futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Una crítica constructiva siempre se agradece. Gracias de antemano ^^