martes, 18 de noviembre de 2014

Creando: 19% completado.

La mejor manera de aprender quiénes somos es la soledad. 

Soledad, esa palabra que cae a plomo y con un golpe seco y sonoro sobre nuestro pecho. Esa enemiga y a la vez maestra de un corazón débil y de una mente frágil. Ella, que angustia y hiere hasta que las lágrimas nos desbordan y respirar duele, es la única capaz de enseñarnos que este camino no tiene como fin encontrarnos a nosotros mismos, sino crearnos.
Crearnos a nosotros, con nuestros miedos, nuestras dudas, nuestras inseguridades y nuestras penas. Con nuestro coraje, nuestras apuestas a todo o nada, nuestras ganas de luchar y de tirarlo todo por la borda. Nuestro afán por crecer, por evolucionar y por aprender, pero nunca por cambiar. Crearnos a nosotros, llenos de huecos, de recuerdos, de sueños, hechos de errores, de lecciones, de fracasos, de triunfos, de ilusiones y de metas. Crearnos a nosotros, con nuestra fealdad y nuestra belleza.

Crearnos y aprender que aquellas piezas que nos faltan en el rompecabezas que somos, no son sino los pequeños detalles, tanto buenos como malos, de cada experiencia vivida. Y la experiencia más chocante y que más nos puede completar es, lo creamos o no, la soledad.


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